07 agosto 2009

el día después de la bomba de uranio-235

Equivalente a 13500 toneladas de TNT, la bomba destruyó todo en dos kilómetros a la redonda del punto de explosión, la catástrofe fue absoluta: el fuego y el calor mataron instantáneamente a todos los seres humanos, plantas y animales.
En esta zona no permaneció en pie ni una sola edificación y se quemaron además las estructuras de acero de los edificios de concreto.
Las ondas expansivas de la explosión hicieron estallar vidrios de ventanas situadas incluso a 8km.
Los árboles fueron arrancados desde la raíz y quemados por el calor.
En algunas superficies, como los muros de algunos edificios, quedaron plasmadas las “sombras” de carbón de las personas que fueron desintegradas repentinamente por la explosión.
El fuego se apoderó de la ciudad, se formó una “tormenta de fuego” con vientos de hasta 60 kilómetros por hora. Había incendios por todas lados.
Miles de personas y animales murieron quemados, o bien sufrieron graves quemaduras e incluso heridas por los fragmentos de vidrio y otros materiales que salieron disparados por la explosión. Las tejas de barro de las casas se derritieron y la gran mayoría de las residencias de madera ardieron en llamas. Los sistemas telefónicos y eléctricos quedaron arruinados.

Se calcula que en Hiroshima desaparecieron cerca de 47 mil edificios y casas. Los daños fueron inenarrables, pero la verdadera tragedia fue la pérdida de vidas humanas. Hiroshima perdió instantáneamente a 130 mil personas de las 350 mil que la poblaban y en los años siguientes murieron 100 mil más a causa de la radiación.

El efecto psicológico inmediato a la destrucción fue la parálisis. La población entró en una especie de inacción: la limpieza de la ciudad y el rescate de cuerpos demoró algunas semanas en organizarse.
Otro de los efectos que causó la explosión fue la sensación de terror constante. La incursión de un solo avión en el cielo provocaba el pánico colectivo.

Según los testimonios de quienes presenciaron la devastación, los sobrevivientes de la explosión parecían fantasmas que deambulaban entre cenizas y humo. Fantasmas sin pelo, pues se les quemó en la explosión, o fantasmas ciegos, que lo último que vieron fue el resplandor nuclear.
Como la mayoría de los médicos y enfermeras estaban muertos o heridos, mucha gente herida no tenía a dónde ir, así que permanecían frente al lugar donde estuvo su casa, desolados.

La gran mayoría de los habitantes de Hiroshima y Nagasaki estuvieron expuestos a la lluvia radioactiva y para calmar la sed tomaron, sin saberlo, agua contaminada con sustancias radiactivas, las consecuencias de esta exposición sobre sus cuerpos no fueron perceptibles de inmediato, en muchos casos pasaron días, meses y hasta años antes de que es manifestaran los síntomas del daño.
El blanco de la bomba era el puente Aioi en forma de T que se encuentra cerca del centro de la ciudad, pero estalló a 244 metros del mismo. La "cúpula atómica" es la única ruina que se conserva como mudo testigo de la catástrofe.

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